
Debo de confesar que nací a una edad muy temprana. Era el año 1977, en un pueblo de Tenerife, tierra donde al maíz se le llama millo, y atragantarse enyugarse. Pero no fue una palabra de la Wikipedia canaria, la que se me ocurrió pronunciar primero, sino una que está muy relacionada con el origen del coach… si, si, esa que estáis pensando, “coche”, porque si todavía no lo sabéis, coach proviene de coche. Fueron los húngaros los que la inventaron.
Vamos, que desde que era un bebé, sabía que cuando fuese mayor, quería ser coach, solo que el único que lo sabía era mi inconsciente, porque a mi consciente, lo tenía engañado pensando que era el de las cuatro ruedas el que me fascinaba. Los dos estuvieron disputando durante años hasta que al inconsciente se le ocurrió preguntar: ¿a quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos? El jodido me susurró, que ese era su principio y sino le gustaba tenía otros. Así que, me convenció su principio y decidí probar eso de escuchar a las personas, para luego hacerles preguntas, y… ¡¡¡¡ Eureka!!!! me gustaba!!!…me gustaba mucho!! y aquí estoy, en el mágico universo del coaching, el qué me ha llevado a volar en el particular e interesante mundo de las personas. Historias llenas de capítulos con miedos, pero con poderío para superarlos; de limitaciones, pero con creatividad para reinventarse; de desmotivación, pero con amor para vivir; de soledad, pero con juegos para conectar; grandes historias que son como el ADN, únicas en el planeta.